miércoles, octubre 26, 2005

La memoria de segundas madres...


Mi abuela se mece en los olores de la cocina
se mastica en las cemitas y se bebe en la canela con leche,
es la muñeca de mi repisa sin un ojo,
ella se teje y se desteje como las arañas
cuando mi memoria hace ecos mientras la piensa…

Mi abuela era color rosa como el algodón de azúcar,
lista para pintar las mejillas de todos mis hijos de trapo,
es quien ponía el relleno visceral de mis regalos
curadora de heridas de juguetes llenos de muñones…

Tenía por cabellos una cascada de estrellas,
pequeños soldados de plástico rulando cualquier rebelde trueno,
porque había gallos que le cantaban todo el día
cuando el peine no calmaba ninguna pesadilla frente al espejo…

Nunca se sabía vacía, tenía una jauría de hormigas para devorar sus pasteles,
herederos de mieles en sus castillos de lunetas,
nietos por sortijas en los dedos de betún,
el alma de confitura fina con todos dispuestos a probarla…

Era la abuela con la mirada de aguamiel,
la piel de arroz blanco, la sonrisa de sandía y las semillas postizas,
con dos lunas en cada mejilla para alumbrar la marea de nuestras tempestades,
antes de que la fajilla fuera domadora de mis fechorías…

Era la leche de mis devociones,
escapaba bajo su falda pues era el salvavidas de mis castigos
era el motor y el sabor de todas las habladurías,
era la cazadora de oídos con el arco y la flecha de su risa…

Le herede el sabor de las manos y el espejismo en el retrato,
le rasguñe sus sazones pero nunca seré su receta,
tal vez me vuelvo mundial como ella por las curvaturas de su figura,
tal vez se vuelve el cielo, por el azul y rosa de sus costumbres…

La extraño como el otoño a las hojas despidiéndose de los árboles,
como el recoveco de viento que dejo el pasillo con su ausencia,
como el jardín seco de su olor, sus manos no fueron más semillas en mis sueños
cuántos hijos parió la abuela, que sus nietos son mas hijos que los propios,
son dueños de su sangre y retoñan como flores de sus antojos pensando en ella…

Era mis piernas cuando mi gravedad hacia ancla en su cuerpo,
el paracaídas de mis berrinches,
desertora de cadenas alimenticias, golosina de mi pecado terrenal…
se nos fue y me quede sin ser la jodida de sus corajes,
la gorda de su alegría o la alcahueta de sus callejearías,

A dónde se van los muertos que no nos llevan con ellos.
tal vez al poso de los olvidos donde el tiempo apresa,
o al lago de los retratos embonado con fotografías,
tal vez se van al fondo de la pupila que revienta cuando uno los recuerda…

Elva*

lunes, octubre 17, 2005

DESILUSIÓN DE ESCRIBIR


Mi oficio de escritora se fundió en el olvido de los lectores,
pagando la factura de mi ignorancia
con el oscurantismo de mis ideas,
aquel medular deseo de despertar al silencio
murió inoculado en mi lengua
cerrando las compuertas de la esperanza de ser Dios…

La desnutrición de mis palabras carece de traición a las grafías;
hay que mascullar libros con la lengua bifurcada
y vomitar lo que sobra en mis poemas,
encontrar trillones y trillones de estrofas perfectas
para rasguñar a los genios,
encontrar el engranaje perfecto
para dar nuevamente cuerda a mi musa…

Me bautizo culpable
de olvidar trazar esfinges y murallas
ante los pies desnudos de mi conciencia,
de capar las neuronas y recortar los nervios de mi inspiración,
de entregar mis versos al vino
para fermentarme en cualquier poeta…

Mis bolsillos desbocaron mi suerte,
ante los libertinajes,
ante las hojas,
me volví obscena de palabra
y puta de la costumbre,
me volví caníbal de la reflexión y explote en cualquier mar
me volví bruma de silencio
en este hablar quebrado y profundo de mis dedos
ante las olas de los vocablos…

Quiero volverme un sauce
prender fuego a mis partituras entre los brazos,
poner punto final a los gemidos sordos de mis ciencias,
dejar la última trova a la cítara de mis venas.
emparedar la pluma con la tinta seca,
y dejar que letras vivas se mueran…

Hoy dejo mi cuerpo inconcluso
en el empaste de su camino impreso
rimas sin ritmo cardiaco
ni luz incorpórea en las vértebras letradas,
dejo mi camino sin huellas en las hojas húmedas de la infancia,
dejo este mundo que termina cuando la das vuelta al papel
y así como yo muero, muere el poeta…

Elva*

martes, octubre 11, 2005

La complicidad de mi Hoja...


Ya no es mi voz la que te busca en el eco de su andar,
es la hoja quien te extraña entre sus pliegues,
desesperada en el blanco mar de sus pupilas
esperando a que mi pluma le llore tus recuerdos...

No hay más que silencio en esta hoja vestida de un pálido callar,
se ha desnudado ante mis manos reclamando mi perdón;
el continuar de mis puntos suspensivos que la han dejado sin nada,
es como si un punto final le hubiera desgarrado en un borrón el vientre...

La hoja es quien sufre por ti como una virgen abandonada ante el altar,
esperando a ser violada ante la escritura negra de mi pluma,
busca que la mancilles entre mis dedos
esperando a que le derrame el café
y no vuelva a quemarle las esperanzas de volver a dibujarte en ella...

Esta hoja gime por ti pintando tu cuerpo entre sus brazos,
llenando su ser de caricias manchadas,
esta hoja no sabe mas ortografía que la delineada por mis manos,
ni mas correcciones que las almacenadas en mis libros,
y yo no quiero saber de ti...

No soy yo, es la hoja quien te impide desaparecer de mi memoria,
quien te cubre como un sudario
quien te ha enterrado en mi como clavos de mi penitencia en una de mis oraciones,
dándole tu identidad perdida a cada una de mis plegarias...

Mañana me olvidare de ti,
mañana esta hoja tendrá el hedor de tus palabras,
el gusto de tu boca y el color de tu piel entre comillas,
mañana esta hoja gritara con todas sus letras la plegaria para que vuelvas...

Mañana en tu ausencia esta hoja delineara tus ojos,
dibujara tu boca y articulara tus vértebras a su espalda.
mañana mis pensamientos bastardos tendrán tu rostros en su mirada,
mañana esta hoja desnuda también clamara tu nombre...

No soy yo sino esta hoja que pálida ha muerto,
entre sus sueños sin el pulso zigzaguéante de mi desvelar,
partió todos mis versos esta hoja cuajada de errores,
para darle de comer a escondidas a tus noches las sangre de mis poemas...

Todos nos perdemos de vez en cuando en el camino,
no es mi culpa ni de la hoja que se hayan ido las putas musas de tu santuario,
que aquellas bienhechoras te hayan capado la inspiración,
que hoy gracias a ti ni una sombra acaricie el incoloro cuerpo de su alma.

Esta hoja mataría por ti cada uno de mis versos,
reprochándome con signos cada una de mis dudas,
sería capas de cercenar cada uno de mis hijos que nunca tuve,
claros adjetivos que sin tus verbos han perdido la sustancia para seguir vivos.

Tu escribir se apagan entre los bordes de esta hoja,
que acaba por derrochar el resto de mis ideas en su piel,
es una escurrida sabana que cuidaba cada uno de tus sueños,
que descansaba en el dormir del sol mientras la luz moría,
la vida de esta hoja termina donde termina el ultimo renglón de su alma...

Frenética por extrañarte me he aferrado a los espacios de su calma,
hoy decidí tirar esta hoja al mar en una botella para navegar con sus suspiros,
no puedo soportarlo a la hoja y a mi nos has dolido hasta las entrañas
que es imposible dejar de hablar de ti con ella...

Mañana,
mañana... sólo será otro día,
para esperar a que vuelvas a situarte en esta hoja
como parte de ella y mis palabras para rescribir nuestra historia juntos
en una hoja más...

Elva*

miércoles, octubre 05, 2005

Los espejimos en la mirada...


Qué poca falta hace la felicidad que el dolor sobra en las entrañas,
abstraídos como serpientes enfrentándonos al espejo,
abriendo y cerrando la agonía como párpados cuando la pupila aprieta,
vivimos con la retina explotando en el reflejo penoso de la costumbre...

Que tan alejada estaba de mi que ni la piel se pegaba a la carne,
antes era suficiente embonar una sonrisa para hacerme sentir satisfecha,
para que la ceguera atroz de lo inexplicable se convirtiera en palabras,
con cuentas ajustadas a los remordimientos apretando la realidad en la cintura...

Espero que en un abrir y cerrar de ojos mi pulso se apague,
que el andar de mi sangre ahogue los latidos,
que el sonido detenga el aliento y los sueños se mueran en el puño
en una coagulación total de la conciencia humana...

¿Qué vive en el alma cuando las esperanzas están muertas en la mente?
¿Qué tonalidades busca pintar la razón cuando se equivoca?
Sólo queda aquella silla con el aliento muerto entre sus manos,
y aquel vidrio usurpando mi soledad....

Que ganas de conocer todas las lenguas y no decir palabra alguna,
que ganas de entender todas las letras y no tener que escribir jamás,
que ganas de tener los pasos a mis pies y no tener el pretexto de pintar ningún camino,
que ganas de desangrar recuerdos entre los millones de kilómetros de mis huellas digitales.

Las respuestas las da el silencio espasmódico que derrumba la memoria,
la desesperación se arrastra en los rumores del viento bajo las puertas.
los rayos arrancan lagrimas a la oscuridad,
grita mi agonía callando el orgullo, vaciando mi alma en la fortuna certera de perderme
no hay más milagros ni bendiciones que las que el espejismo traduce falacias...

domingo, octubre 02, 2005

Gritos al Amanecer...


El ultimo grito de mi pecho hacia el alba,
el ultimo latido de mi fe sin Padre,
una fortuna eclesiástica sin herederos a mi corona de espinas,
sin hermanos en el rosario para encender las velas de una plegaria...

Sin muertos escurriéndose en mi memoria,
con lagrimas de hielo aferrándose a los ojos hasta que el puño prensa la idea,
un terremoto en los dedos derribando las atalayas de mi niñez,
sosteniendo en una ostia a este mundo de azúcar ácida...

Si pudiera recortar las huellas de mi pies el dolor cesaría,
y desprender de mi lengua todas las blasfemias de mi alma,
los excesos de mis vicios derribarían los ángeles de mis retratos,
explotando mis ojos después de desencarnar la mirada...

Grito y la vida se resbala por mi garganta,
abriré el telón apagando los aplausos en esta obra celestial del infierno,
donde el viento recorre como vigía las butacas,
sosteniendo al silencio entre los dedos y llevando a los pies la oscuridad...

Es mejor regresar al infierno de mi cama entre los volcanes de mis soledad,
donde los claros del colchón dan de beber esperanza cuando la oscuridad aprieta,
viviendo crucificada a la cabecera canonizando mis palabras,
con clavos en la conciencia como censuradores del perdón de mis pecados...

Elva*