martes, marzo 21, 2006

La muerte antes de nacer...


Me he de consumir en el inicio de mi propio origen,
en el frió del flujo de tu útero
en lo podrido de tu vagina y en lo verde de tu amor,
He de golpearte el vientre desde adentro para que me excretes de tu ser,
para morir contigo antes de que me mates viviendo.

Quién dice que tu cuerpo es un alo de tibiedad o el rumor de un beso;
vivo de tu sangre y los desperdicios de tu boca,
nacer en este nido es nacer con un sabor a veneno
entre ecos negros y ondas de oscuridad,
lo más cerca de la felicidad suena en las olas del mar de tus orines,
quizá de aquí nazca mi claustrofobia y aflore mi odio hacia ti…

Porque no tener el derecho un síndrome post nacimiento;
temo que seas mi asesina y el verdugo de mis actos,
el juez de mis errores y el hierro que quiebre mis primeros dientes.
Será mejor la inyección letal antes que de judas este beso.
Hay madres que crecen cebollas con las piernas al dominio público y la razón enterrada…

Quién me cambia mi nacimiento por un ramillete de estrellas,
Quién me cambia la vida por los versos que escribiré,
Quien me cambia la muerte por mi muerte…

Qué ella se quede con sus trajes amarillos de amargura,
Que se quede con sus zapatillos de concreto,
Con sus muñecas de porcelana que han de juzgar mi fealdad,
que me dejen en la deformidad de mi mundo o en el esperma de mi padre.

Me juro a las cuatro esquinas de tu ser,
que al mirar el primer rose del sol escapare de ti,
que tragaré tus pezones donde diste de mamar vida a tantos hombres…
Morirás un día bajo el cobijo de la misma soledad que me regalaste como mi primer juguete.
He de negarte setenta veces siete antes del perdón,
y despertaras con tu alma muerta entre las pinzas que me sacaron de ti,
total de tu muerte nadie culpara a los muertos antes de nacer…


Elva*