(foto: Elva García)
Como Sabinista yo también espero curarme de ti…
Si hablo de amor,
talare soledades en tu dolor callado;
y enramada de uno a otro trepare a tus ramas,
hablare de ti con todos sin nombrarte
y guardare la savia de tu recuerdo que preño mi vientre…
De tu alma fui el titiritero,
recorte otros rostros para hilvanar tu cara
junte los pedazos de mis fracasos para formarte,
te di un ojo café y otro de gato para mirar las noches,
te vestí de papel y letras para hacerte parte de mis cuentos
y te di la cualidad de amante y no de esposo, ni de amigo…
Tus labios eran los más gruesos
o tus mordidas las oscuras,
tus dedos saltamontes en el verdor de mi piel;
tu silencio dibujaba claroscuros en mi cuerpo,
te amarrabas a la voz de él y el apellido de otro,
y yo te invente para amar a alguien…
Perennemente fui tuya,
tuya y de todos sin ser más que de ti.
Quizás nunca supe lo que era,
y seguí perteneciéndote según la costumbre…
Hoy me permito destrozar tu recuerdo,
no hablare de ti;
alquimizaré este sentimiento fermentado,
inventare otras enfermedades,
tú no serás el remedio con limón y miel;
me ahogare en otros fuegos
y olvidare la lluvia de tus manos…
Perecemos soterrados en un mismo tiempo,
seré desterrada y desuncida de ti,
de ti que todo lo tengo,
el vino y lo volátil de tu amor
para vivir embriagada de fuego y sed…
No eras perfecto,
eras tormenta al hablar,
y tus defectos enramados los plante en mi cama;
fuiste el tabaco y la comida,
fuimos uno en nieve para almacenar el invierno en el alma,
pero hoy voy pico y pala a enterrar las palabras que vinieron a nombrarte…
Elva*