viernes, enero 20, 2006

EL DESEO DE VIVIR LA MUERTE (primera parte)



Quienes creen que no tenemos conciencia a esta edad, puedo confirmar que en mi primer día, estoy tan concentrado en ELLA, que soy capaz de hablar y escribir en sus manos, sin que ella note mi presencia. Lo hago a través de ondas cerebrales, nervios, cosas por el estilo que no comprendo muy bien, pero hay cosas que no comprendemos y aún así existen. ELLA desconoce mi estancia en este sitio, sin embargo, ya come y bebe por mí.

La he visto triste en los últimos días, un poco desgastada, no se mucho de esas cosas, ni nada de ELLA antes de este día. Comparto con ELLA su tristeza, pienso egoístamente que ELLA se olvidara de darme nombre, un nombre que será de otro y cuando yo crezca será mío, y ELLA ha de nombrarme siempre con el. Viviré feliz, sueño con ELLA aferrada a mi cuerpo, sonriendo y tranquila.

Si me viera una sola vez lo entendería, quiero que sepa de mi, me aferro a su ido y trato de gritarle lo que pienso, de decirle que sólo yo le hago falta para que sea feliz, pero ELLA duerme y no me escucha.

Hoy recorrí errante su cuerpo toda la noche hasta perderme; hoy supe que es mentira creer que el lugar más tibio es el cuerpo de otro, en especial cuando se tiene tan azul el alma.

ELLA es triste, serena pero triste, trato de culparme por su tristeza, pero no puedo, ELLA no me conoce, ELLA no me nombra, ELLA no me ve ni me siente; es probable que mi cuerpo sea quien seque sus lagrimas algún día, quien la espere, quien la abrace; ELLA dejará de sufrir y también por ELLA.

ELLA despierta tan linda como cada día, se abraza a la almohada, mira hacia el techo, se pierde en los recuerdos que no consigo descifrar y se levanta.

Que triste es llover mar adentro y no tener un rió dónde perderse, se dicen las lagrimas que ahoga en su ser; las otras flotan en el aire estrellándose contra su cara y su cuerpo, pero ella las seca en sus manos, siempre tan tierna como la primera vez.

Va hacia el baño, se mira al espejo, se seca nuevamente las lágrimas, los ojos están cada día más hinchados y ELLA sufre cada día más hondo; ELLA nunca se da por vencida; se maquilla las ojeras de siempre, se arregla el cabello y sale a caminar, esperando encontrar un mejor sitio.

El camino se crea en sus pies, las cosas sólo existen ante sus ojos, ELLA es la creadora de su propio mundo; ELLA y las creaciones más maravillosas que ira almacenando en el archivero del tiempo, que habrá de nombrar junto aquellas cosas que querrá olvidar, que creerá haber olvidado; el camino sigue y las hojas caídas la acompañan en sus paso, mientras ELLA camina sin rumbo fijo.

jueves, enero 05, 2006

Confesión de amor...



La mujer florece en el gusano,
carga la cruz de un ángel muerto en unas pinzas.
Se concibe sin fe en la semilla,
como la túnica de un pleamar que dibujará gélida la noche…

¿Quién eres? (pregunto el padre)

Soy sólo el silencio (y el silencio vistió sus oídos)

Lo encarnado de sus fauces se abre,
se devora a si la lengua para no confesar,
entre saliva de mielsangre se declara la lujuria
colonizadora de la gloria en la melcocha de sus frases,
demonio, escupitajo de un sueño…

La tierra vomita a ese muerto (dice el padre)

Los escarabajos adhieren los huesos de la mujer,
el hedor se hilvana en las venas,
una larva moldea lo purulento y le da el nombre del “ser”.
Su voz revienta el oído,
el sonido se derrama sobre la cerilla,
se escapa la musa, la muerta en su hijo,
la muerta en el semen que pintaba su boca,
la santa glorificada en las flemas de Dios.

He mirado gangrenarse tu nombre (decía)
He desterrado tantas veces tus sueños (gritaba)
Cuánta heroína como babosa dejaste en tu camino,
cuántas veces arrastraste tus pasos ante mí…

(La mujer viste el negro odio de su suerte y murmura).
Te consagro al averno
al rincón tibio que dejo la puta.
Te dejo infiltrado en la eyaculación de mi muerte,
y mis recuerdos olvidaran tu nombre…

Que odio tan tibio dejo la daga cuando rasgue mi carne,
que frió quedo mi niño con la cabeza en la punta de aquel filo,
que coagulado destino vive en los dietes de la muerte,
que puta mala suerte tengo de seguir con vida…

Tu que eras la llave de mi vagina,
el dueño del sueño abortivo de esta infecunda tierra,
el pastor de mi útero de salitre,
el vigía de mis ovarios dormidos en la concepción.

¿Qué queda?

Sólo parir los fetos de mis recuerdos,
amamantar los gusanos en el pezón de mi decadencia,
morir, morir por aquel podrido engendro que ensalzo tu verga.

Olvidarme de tu cuerpo que era mi sudario…

¿Qué queda?

Nada, sino soñar con los odios concentrados en los puños,
romper el deseo de tu purulento amor en su leproso tacto.
Que judas fueron tus labios sin carne,
que irónico era amarte con tanta fe…

Siervo decapitado sin una cruz,
fortuna con la suerte apagada de adentro,
dueño del mar de menstruación que termino con mi niñez,
el lodo que convirtió mi piel en arena.
Que tan pisado quedo mi cuerpo con tus huellas de camino,
Cuántos no hicieron pasos para marcar mi vientre…

(Recuenta su vida)

He de morir con tu recuerdo y tú conmigo.
He de encontrar el fin del camino en la claudicación de mis alas.
He de recobrar el retorno de mi horizonte…

He perdido el deseo:
de descarnar a tus sueños,
de tragarme tu lengua,
de anudar tus tripas,
de matarte,
de encontrar el odio al beber tu sangre…

Me he de olvidar de ti en mis recuerdos,
en el vientre que de un golpe que mato el mío…

He de morir contigo mi niño,
angelito sin alas,
aborto de mi salvación…

Elva*