
Podrida el alma,
me vomitare millones de veces sin encontrar la salida de mi ser,
me perderé en esta podredumbre que fermenta odios,
que alimenta peces muertos entre mis piernas…
¿Qué sanguijuela ha de cortar mi clítoris para sangrarme y beber de mí?
He dejando de ser mujer para guardarme en el obligo a mis muertos
para acortar el camino umbilical a la placenta de mis padres,
para fermentarme en el semen que un día eyaculo mi boca…
El negro pica con su aguijón y el dolor se chorrea en mi cuerpo,
se distribuye entre nervios como sombra,
se abren ramificaciones en la sangre,
se aglutinan las células y explotan las neuronas,
voy pudriéndome entre las emanaciones que exhala mi sexo como espuma.
Qué otro destino tengo si no es la fosa séptica de mi escusado
Qué purulentos son mis sueños en los fetos que arroje por los desagües
Qué pútrida es mi alma y que hueca es la luz…
He de tragarme los testículos de aquellos que como uvas fermentaron mi vientre
que pregonaron mi amor como el sagrado oficio de una puta…
Se me antojan muertos,
todos muertos en mi lugar,
matarlos y excretarlos de mi ser,
como el día en que rasgaron mi himen como un sudario,
como el día en que descubrí a la muerte y muerta me fui con ella para olvidar…
Elva*